
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación de ellos, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: <
Aunque sea un texto largo y que ocupa más de la mitad del comentario me parece bueno y justo que podamos leerlo no una vez, sino muchas veces y poder contemplar la fe de los sencillos. La gente adulta mayor es la que nos enseña a mirar la historia con ojos de cuidado y de esperanza. A pesar de que pareciera que les queda poco tiempo entre nosotros no se quedan mirando el pasado, sino que muestran una apertura al futuro y a la seguridad que les da el comprobar que ha llegado una palabra que por fin realizará las promesas que tanto escucharon a los profetas.
Ellos alientan el caminar de hombres y mujeres porque han contemplado una verdad que no es fácil de comprender, ven lo esencial. Saben reconocer a Jesús que es presentado en medio del Templo: en él ven al Mesías.
No resulta lo mismo para los que debían acoger: los sacerdotes y levitas. Para ellos ha pasado como cualquier otro. Al parecer su profesionalismo no ha traspasado su ser o su sensibilidad divina. Pueden hacer bien las cosas rituales, pero sin notar la cercanía o presencia de Dios a su lado. Se han distanciado de lo que tenían como tarea principal. Ser el consuelo, la palabra que guía, la compañía en el camino.
Los pobres de Israel en cambio tienen abierto su corazón a reconocer ese amor encarnado. Pidamos que cada uno de nosotros podamos descubrir al Señor presente en cada hermano especialmente en los más pobres, ellos nos evangelizan, nos cuenta el libro del Sínodo diocesano de Talca.
P. Luis Alarcón Escárate
Vicario de Pastoral Social y Talca Ciudad
Párroco de Los Doce Apóstoles y Capellán Santo Tomás Talca