Este 2024 el agujero de ozono sobre la Antártida ha ha mostrado signos de mejora, lo que abre nuevas expectativas sobre su recuperación en los próximos años.
Según un informe reciente del Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS), por primera vez en cuatro años, el agujero comenzó a cerrarse a principios de diciembre, un comportamiento más cercano al patrón histórico. Esto representa un alivio tras varios años de aperturas prolongadas y graves.
Laurence Rouil, director de CAMS, explicó que este cambio refleja una vuelta a la normalidad, en comparación con los extremos observados en años anteriores.
“Es una señal alentadora de que los esfuerzos globales para reducir las sustancias que dañan la capa de ozono están dando resultados”, comentó.
Los esfuerzos invertidos
Desde la firma del Protocolo de Montreal en 1987, los esfuerzos globales para eliminar los clorofluorocarbonos (CFC) y otros compuestos destructores de la capa de ozono han sido fundamentales.
Aunque la recuperación completa es un proceso lento y los resultados aún son variables, los avances de este año sugieren que las medidas adoptadas están siendo efectivas. Según CAMS, se espera que los signos de una recuperación total sean más claros en las próximas décadas.
Este año, el agujero de ozono comenzó su formación más tarde de lo habitual debido a dos episodios repentinos de calentamiento estratosférico que alteraron el vórtice polar. Sin embargo, una vez estabilizado, el proceso de destrucción del ozono siguió su curso, alcanzando su punto máximo en septiembre, cuando la superficie del agujero llegó a los 22 millones de kilómetros cuadrados.
Esta extensión es considerablemente menor que la de los dos años anteriores, cuando el agujero llegó a superar los 25 millones de kilómetros cuadrados.
La disminución constante de la superficie del agujero durante noviembre y principios de diciembre, con valores más cercanos a la media histórica, refuerza la idea de que la situación está mejorando. Aunque persiste cierta variabilidad, los datos de 2024 son un indicador positivo de que, con el mantenimiento de los esfuerzos internacionales, el agujero de ozono podría continuar su camino hacia la recuperación total en las próximas décadas.