Diego Palomo, abogado y académico de la Universidad de Talca.
La polémica de la semana, centrada en el millonario sueldo que percibía la Señora Cubillos, me obliga a recomendar vivamente la lectura del libro de Carles Ramió, Manual para los atribulados profesores universitarios (Madrid, Ed. La Catarata, 2014).
Ser verdaderamente un académico y no sólo docente, impone entender la evolución de la Universidad a lo largo de los años, que ha dejado atrás (siempre puede haber excepciones) la idea (falsa) de una Universidad que puede prescindir de la investigación, de la extensión y la vinculación con el medio, apostando por destacar fichando ´rostros´.
Impartir clases sobre materias que pueden ser especializadas, pero sobradamente conocidas por el docente, y, de vez en cuando, publicar un libro o paper en revistas sin revisión de pares, no satisface el estándar de las Universidades que se han adaptado a las exigencias modernas.
Por ello, a diferencia de lo que algunas personas puedan creer, las múltiples labores que deben cumplir los académicos full time, dan cuenta de una profesión que no pocas veces “se asemeja más a hacer de hombre orquesta que a disfrutar de una paz monástica concentrada solo en la lectura, la escritura y el discurso oral de un templo del saber”.
Por respeto a los profesionales de la Academia y la Universidad, que además de lo anotado antes, asumen sucesivamente una serie de cargos de gestión, actividades todas en las que siempre son evaluados y calificados, hay que descartar que la Señora Cubillos sea académica, lo que por cierto no es ningún pecado. No sé si califique como ´rostro´, como aseveró una docente de economía de la USS, justificando las sumas millonarias recibidas, y aludiendo a la envidia de los críticos.
Finalmente, y no sobra decirlo, abrazar la Academia es una decisión vocacional de vida, donde sin duda la retribución económica es importante para vivir y cumplir nuestros compromisos personales y familiares, pero que está muy lejos de constituir un espacio dónde el académico vaya a hacerse rico.
