Rodrigo Egaña, director de la Dirección de Educación Pública.
Hay buenas noticias en los datos presentados por la Agencia de la Calidad de la Educación sobre los Servicios Locales de Educación Pública. Hay desafíos, pero también una mejora continua y sistemática en los resultados.
Chile se encuentra en una etapa transformadora para la educación pública. La implementación de los Servicios Locales de Educación Pública (SLEP), establecida bajo la Ley N° 21.040, ha sido un paso audaz para superar las limitaciones del antiguo sistema de administración municipal. Este cambio estructural, aunque complejo, está mostrando resultados que refuerzan nuestro compromiso con una educación pública de calidad.
Me detengo en los datos que presentó la Agencia de Calidad de la Educación la semana pasada y que confirman el impacto positivo de esta reforma. Desde 2018, los SLEP han demostrado mejoras significativas en los resultados de aprendizaje. Según el estudio, los puntajes Simce en Lectura y Matemáticas, tanto en 4° básico como en II medio, han registrado aumentos sustanciales en los establecimientos gestionados por los SLEP, particularmente en 2023. Por ejemplo, los puntajes de Matemáticas en II medio crecieron en promedio 6,36 puntos entre 2022 y 2023.
Además, la brecha entre los establecimientos de SLEP y aquellos bajo administración municipal o particular subvencionada se ha reducido. En 2023, los resultados muestran que, en términos de nivel socioeconómico, los establecimientos SLEP ya no presentan diferencias significativas con los de otras dependencias. Esta convergencia en los resultados es un claro indicador del éxito de los SLEP en crear un entorno más equitativo para el aprendizaje.
Un aspecto clave para enfrentar estos desafíos ha sido la creación de redes de colaboración entre los SLEP, que permiten compartir buenas prácticas y generar sinergias entre las distintas comunidades educativas. Estas redes no solo fortalecen la cohesión entre las escuelas, sino que también promueven la innovación y el aprendizaje mutuo, optimizando los recursos disponibles y generando soluciones compartidas.
Sin embargo, no podemos perder de vista los desafíos que aún enfrentamos. El proceso de instalación de los SLEP ha revelado dificultades en la gestión administrativa y financiera, como la sobredotación de personal y la limitada flexibilidad presupuestaria, lo que ha dificultado la asignación de recursos de manera eficiente y ha afectado la capacidad para concentrarse plenamente en lo pedagógico. Además, las demandas de gestión financiera y la necesidad de
armonizar indicadores y roles institucionales han generado una sobrecarga que requiere una mayor coordinación entre los actores involucrados en el sistema educativo.
Sabemos que queda mucho por hacer. La educación pública en Chile es un pilar fundamental para construir un futuro más justo y equitativo, y debemos seguir reforzando este sistema para asegurar que cada estudiante tenga las mismas oportunidades de éxito. Los datos y las evidencias nos indican que vamos por buen camino, pero también nos recuerdan que debemos mantener una postura crítica y flexible para adaptarnos a las necesidades cambiantes del quehacer cotidiano.
En este contexto, invitamos a todas y todos a continuar trabajando en conjunto, lado a lado para superar los obstáculos y consolidar los logros. Nuestro objetivo no es simplemente mejorar los números, sino garantizar que la educación pública se convierta en un motor de cambio social, capaz de ofrecer una enseñanza de calidad a todas y todos sus estudiantes, sin importar su contexto.