Lunes, Noviembre 25, 2024
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INTELIGENCIA ARTIFICIAL. TONTERA NATURAL, Y PROCRASTINACIÓN

Dr Emilio Moyano Díaz

Y seguiremos con la Constitución de 1980, reformada el 17/09/2005. Siguiendo las encuestas, el rechazo a la propuesta constitucional el domingo 17 era previsible, la duda era, cuánta sería la diferencia (aunque esto último no fuese más que un divertimento electoral, política-espectáculo, como el que Rojo Edwards y Lautaro Carmona votaron rechazo).Para la Unesco  la inteligencia artificial (IA) es un campo que implica máquinas de imitar algunas funcionalidades de la inteligencia humana, tales que la percepción, el aprendizaje, el razonamiento, la solución de problemas, la interacción lingüística, e incluso la producción de trabajos creativos. La expresión IA se debe a John McCarthy y es ya antigua, data de 1956.


Muchos ciudadanos usamos –sin necesariamente estar conscientes de ello- algunas de las Is As más conocidas y utilizadas en el mundo tales como asistentes virtuales como Alexa, el asistente de Google o Siri en su celular, traductores automáticos como el de Google y DeepL,IA en el campo de la salud, el de la plataforma digital de YouTube, motores de ajedrez y otros juegos como Stokfish y AlphaZero, o chatbots como el ChatGPT de reciente irrupción, etcétera.

La IA es la capacidad de las máquinas para usar algoritmos, aprender de los datos y utilizar lo aprendido en la toma de decisiones tal y como lo haría un ser humano, y se distingue al menos 5 tipos de aquella: sistemas que intentan pensar como humanos, por ej. las redes neuronales artificiales. Sistemas que tratan de actuar como humanos, ej. robots. Sistemas que piensan racional o lógicamente, por ej. los sistemas expertos​. Sistemas que actúan racionalmente, tratando de emular de forma racional el comportamiento humano; por ejemplo, los agentes inteligentes, que está relacionado con conductas inteligentes en artefactos.

Pero el ser humano real que reflexiona, pondera, toma decisiones, está movido no solo por la ‘racionalidad’ (sistema lento, corteza), sino y principalmente por emociones (sistema rápido, intuitivo. emotivo). Y las emociones constituyen aún un campo difícil de ser incorporado a las máquinas. No se trata solo de dificultades científico tecnológicas, sino también de cuestiones éticas. Los seres humanos que deciden lo hacen de acuerdo a sus personales intereses, y lamentablemente en la clase política actual parecen no prevalecer valores altruistas o de bien común cuando deciden. Más bien, ejercen la maximización motivados por encontrar la opción óptima para sus intereses, la cual no es necesariamente la deseada por las mayorías de sus connacionales, y ejercen su impulso codicioso de desear siempre más y más, olvidándose del bien común. Así, no sería constructivo ni ético incorporar en las máquinas o sistemas inteligentes estos valores y emociones humanas egoístas y no pro-sociales.


Saturado por las noticias sobre lo constitucional y la crónica roja sin señales de solución, consulté a la IA ChatGPT en mi celular solicitando: “Una Constitución para Chile”, y respondió lo siguiente:
“Diseñar una constitución para un país como Chile implica un proceso complejo y participativo que refleje los valores y aspiraciones de su sociedad. Algunos elementos comunes incluirían:

  1. Derechos fundamentales: Garantizar derechos individuales y colectivos, como libertad de expresión, igualdad ante la ley, derecho a la vida, educación y salud.
  2. Poderes del Estado: Establecer la separación de poderes entre el ejecutivo, legislativo y judicial, así como sus responsabilidades y controles mutuos.
  3. Sistema político: Definir el sistema de gobierno, ya sea presidencial, parlamentario o mixto, y los procedimientos para elecciones y participación ciudadana.
  4. Identidad cultural y diversidad: Reconocer la diversidad cultural y étnica de la sociedad chilena, promoviendo la inclusión y el respeto a los derechos de las minorías.
  5. Desarrollo sostenible: Integrar principios de desarrollo económico, social y ambientalmente sostenible.
  6. Justicia y Estado de derecho: Establecer un sistema judicial independiente, reglas claras para la aplicación de la ley y la protección de los derechos individuales.
  7. Relaciones internacionales: Definir los principios y compromisos en la arena internacional, así como los tratados y acuerdos que el país puede celebrar”.

Termina advirtiendo: “El proceso para redactar una nueva constitución generalmente implica la participación activa de diversos sectores de la sociedad, asegurando la representatividad y legitimidad del documento final”.

¿En qué consistió la “tontera natural” en este caso, que ha implicado esfuerzos y energías consumidas de algunos durante los últimos 4 años en hacer un texto constitucional, y el drama simultáneo de la postergación o no solución a los problemas de millones de chilenos(as)?

Primero, no contar con mecanismos para afrontar estallidos sociales que pongan en peligro la estabilidad de un gobierno. Segundo, creer en las decisiones de la clase política, la primera de las cuales y fundante de todo lo que siguió, fue la idea de que se requería un cambio constitucional (no pedido en el estallido social), para resolver la crisis de coyuntura del 18 de octubre, y superar así la Constitución vigente (trayendo un mejor futuro para todos). Tercero, elegir en un primer intento por votación popular a quienes redactaran una nueva Constitución y cuyo resultado fue una mayoría de ‘primera línea’ e izquierda radical, que redactó una propuesta completamente ajena al sentir nacional (ampliamente rechazada). Cuarto, elegir en un segundo intento -y sensatamente- una comisión de expertos políticamente equilibrada (que fue capaz de estar a la altura de la IA), más otra elección popular con mayoría esta vez de la extrema derecha, no representativa de la Nación en su conjunto y que decidió -quinto- (desenlace), una propuesta Constitucional partisana de derecha, que nuevamente no buscó ni atendió al común denominador de las mayorías nacionales, ni a nuestra identidad nacional.

Entonces, la última oración de la IA no fue atendida, con las nefastas consecuencias de no lograr el propósito de contar con una nueva Constitución, sino que con un irreparable derroche de un valioso tiempo perdido de parte de un Gobierno y un Parlamento que debieron dedicarse a resolver las vergonzosas e indignas esperas en salud, las pensiones de pobreza, mejorar la gestión pro-seguridad, y materializar una agenda pro-crecimiento.
Así, se ha procrastinado por 4 años (y más, según el tema), en desmedro de la calidad de vida de todos los ciudadanos(as) del país, y nuestro desarrollo sigue estancado. Se prevé que el PIB real se contraiga un 0,4% en 2023 (volviendo a una tasa de crecimiento tendencial del 2% en el medio plazo). Se espera que la pobreza aumente alcanzando el 5,2% en 2023, mientras que la desigualdad (Gini) se mantendría en 0,43. También crecemos en número de homicidios, que en sociedades anómicas -como la nuestra- no se detiene, extendiéndose el crimen organizado (y seguimos sin usar Is As elementales referidas a la inhibición de señales de celulares en los presidios, y la identificación de patentes buscadas en los portales Tag de las carreteras, entre otros).

Procrastinar es posponer o aplazar tareas, deberes y responsabilidades por otras actividades que resultan más gratificantes pero que son irrelevantes. Es una forma de evadir, usando otras actividades como refugio para no enfrentar una responsabilidad, una acción o una decisión que debe ser tomada. Cuando Ud. es joven –especialmente- y cada quien sin importar su edad, puede evaluar que tiene tiempo por delante y, así, procrastine con decisiones que afectan su propia vida. La procrastinación como trastorno del comportamiento  se ha explicado como la evitación de realizar aquello que puede causar dolor, incomodidad o estrés.

Al procrastinar, se pospone las cosas para un futuro indefinido e idealizado, en el cual se cree que se contará con el tiempo suficiente para realizar lo pendiente del modo que deseamos. Cuando Ud. es joven y está en el rol de tomar de decisiones políticas que afectan a las grandes mayorías nacionales, no debe pensar en el mucho tiempo que eventualmente le quede (aunque nadie sabe cuándo su vida acabará), para afrontar los problemas evidentes de aquellas, con energía, voluntad y sentido de urgencia: éticamente NO debe permitírselo. Mientras, los (as) ciudadanos(as) continúan observando (paciente, resignada o desesperanzadamente aún) el actuar de las élites, esperando atención en salud, mejora de pensiones, y más seguridad.

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