Artículo de opinión por Diego Palomo, abogado y académico Universidad de Talca.
En un mundo que a menudo parece obsesionado con complacer a todos y encajar en un molde preestablecido, aquellos que optamos por no ser moneditas de oro somos bichos raros.
Nosotros, los que no tememos expresar nuestras opiniones con franqueza y sin reservas, encontramos valor en ser fieles a nosotros mismos y no esconder nuestras ideas por el temor al juicio ajeno.
Abrazamos la diversidad de pensamiento y valoramos el intercambio de ideas en una comunidad que comparte unos valores mínimos.
Reconocemos que la pluralidad de opiniones enriquece el diálogo y nos permite crecer como individuos y como sociedad.
No nos sentimos amenazados por puntos de vista diferentes, pero tampoco silenciados.
Ya sea a través de la escritura o cualquier otra forma de comunicación, nos sentimos libres de exponer nuestras ideas y reflexiones, sin limitaciones impuestas o autoimpuestas.
Creemos que nuestras palabras y acciones pueden resonar con alguien más, y si nuestras ideas pueden inspirar o ayudar a otros, entonces sentimos que vale la pena compartirlas.
La crítica, lejos de ser un motivo para evitar expresarnos, es un estímulo para mejorar y crecer.
No tememos los comentarios ni nos sentimos derrotados por ellos. Al contrario, los consideramos oportunidades para perfeccionar nuestras ideas y habilidades de comunicación.
Somos conscientes de que, en ocasiones, nuestras opiniones pueden generar controversia o desacuerdo, y eso está bien, al menos eso creemos. La divergencia de pensamiento no es motivo para entrar en confrontación, sino una oportunidad para escuchar a otros e intentar aprender de sus perspectivas.
Al final del día, no aspiramos a ser populares o a caerle bien a todo el mundo, porque sabemos que es una tarea imposible (y hasta desagradable). En cambio, buscamos ser fieles a nosotros mismos y a nuestros valores.
La autenticidad y la honestidad intelectual son nuestro norte, y eso es lo que nos guía en nuestra forma de expresarnos y relacionarnos con los demás.
Escribimos estas breves líneas y reivindicamos a aquellos que se atreven a ser auténticos, a quienes valoran la diversidad de pensamiento y se expresan sin temor. Creemos que es enriquecedor compartir nuestras ideas y experiencias, y que la crítica es una oportunidad para crecer. Pocas cosas mejores que navegar por las aguas del intercambio intelectual, no en el afán de no quedar nunca mal con nadie, sino más bien, de contribuir al enriquecimiento de la comunidad a la que pertenecemos.
