Miércoles, Abril 23, 2025
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Sala de clase: volvamos a lo clásico, el pizarrón y los cuadernos

Alejandro Cataldo. Académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Talca.

La introducción de tecnologías digitales en la educación, como pizarras interactivas, tablets y aplicaciones educativas, prometía mejorar el aprendizaje estudiantil. Desde los años ‘80, estas herramientas han reemplazado gradualmente métodos tradicionales como el pizarrón y los cuadernos, respaldadas por políticas y fondos que fomentan su uso.

Sin embargo, tras décadas de implementación, estudios recientes cuestionan su efectividad. Por ejemplo, investigaciones en España muestran que, aunque el 83% de los docentes usa herramientas digitales diariamente, no hay evidencia clara de que mejoren el rendimiento académico.

Un caso emblemático es el uso de presentaciones digitales, como PowerPoint, ampliamente adoptadas en aulas. Aunque facilitan la estructura de las clases y reducen la necesidad de tomar apuntes, investigaciones revelan que su impacto en el aprendizaje es limitado o incluso negativo. Es más, algunos datos indican que el acceso previo a diapositivas puede reducir la asistencia y el rendimiento a una clase, mientras que presentaciones sobrecargadas generan distracción en los estudiantes. Plataformas para generar contenidos y test interactivos también enfrentan escepticismo, ya que los estudios sugieren que estas tecnologías no siempre cumplen sus promesas educativas.

A pesar de la modernización de las aulas con dispositivos de última generación, la evidencia científica señala que los métodos tradicionales—como la pizarra, el cuaderno y el lápiz—siguen siendo más efectivos para el aprendizaje. La tecnología, aunque útil en ciertos contextos, no ha demostrado superar las ventajas pedagógicas de las herramientas clásicas, invitando a reflexionar sobre su uso equilibrado en la educación.

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