Sábado, Marzo 22, 2025
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Los síntomas de un debilitamiento político e institucional

Alejandro Cárcamo Righetti. Profesor de Derecho Administrativo, Licenciado en Ciencias Jurídicas, Abogado, Magíster en Derecho Constitucional y Derechos Humanos, Doctor © en Derecho.

Nadie debería -o más bien, podría- cuestionar el que nuestro sistema político e institucional, desde hace ya varios años a la fecha, se encuentra enfermo. La evidencia empírica pone de manifiesto que, durante el último tiempo, los síntomas se han agravado, llevando a pensar a los más pesimistas que nos encontramos frente a una enfermedad terminal.

Las patologías detectadas que aquejan al aparato público, a lo menos, son dos: una debilidad institucional y un debilitamiento político. La sintomatología es numerosa, diversa y demuestra el compromiso de variados órganos estatales.

Los dos procesos constituyentes fracasados; el retiro de recursos desde las Administradoras de Fondos de Pensiones; los denominados “Caso Hermosilla” y “Caso Convenios”; los casos de corrupción al interior del propio Poder Judicial y del Ministerio Público; las imprudentes intromisiones entre Poderes del Estado; las persecuciones penales de Chadwick, Barriga, Cariola y el propio Presidente de la República, Gabriel Boric; las filtraciones de información desde el persecutor penal público; entre otros muchos eventos bochornosos, avalan el agorero diagnóstico, en definitiva, un notorio y progresivo debilitamiento institucional. 

Por su parte, el fraccionamiento y polarización en el Congreso Nacional; la poca seriedad de nuestra clase política; la inexperiencia y la improvisación; la excesiva ideologización; la burocracia e ineptitud; la corrupción; los egos personales; los cálculos políticos electorales; y el predominio de los intereses partidistas por sobre la atención y la satisfacción de las necesidades más apremiantes de la población, como la crisis en seguridad pública, la inmigración descontrolada, el desempleo y el paupérrimo crecimiento económico, evidencian el grave debilitamiento político.

En la actualidad, a solo unos pocos meses de una nueva elección presidencial y parlamentaria, la oposición se encuentra sumida en una trifulca, un triste espectáculo, que involucra a los partidos políticos que la conforman y a sus precandidatos presidenciales. Por su parte, el oficialismo intenta, sin mayores resultados, encontrar un candidato presidencial competitivo y de unidad, que ayude a blanquear la modesta gestión del actual Gobierno.

En este escenario, las posibilidades de recuperación y de rehabilitación del sistema político e institucional no son auspiciosas, abonando el planteamiento de aquellos que visualizan un escenario futuro catastrófico, un desenlace fatal. Solo un cambio oportuno y rotundo, un ataque de madurez republicana, un tratamiento que vaya curando decididamente cada una de las heridas y lesiones, nos permitirá salir del marasmo en el que nos encontramos, para algún día, volver a tener esa institucionalidad robusta de la cual presumíamos hace solo un par de décadas.  


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