Jueves, Diciembre 5, 2024
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El renacer de Santa Olga de la mano de un libro abierto

Además de un bosque, un anfiteatro y una zona recreativa, el “Parque Libro Abierto” es un testimonio que cuenta la historia reciente del pueblo. Fueron los propios vecinos la viga maestra de este parque desarrollado junto a ARAUCO, con un marcado componente femenino.

Han sido siete años agitados en Santa Olga y la verdad es que esta afirmación puede quedar corta. Si el mundo entero vivió un remezón total al inicio de la década por la pandemia por COVID 19, los casi 3 mil habitantes de la localidad debieron enfrentar antes una catástrofe que dejó todo en el suelo.

Y es que el fuego del incendio que se desató el 26 de enero de 2017 arrasó con todo y la postal que quedó no era más que escombros, cenizas y personas caminando, viendo atónitas cómo las llamas habían destruido casas, escuelas, jardines, el templo católico, un aserradero, el cuartel de bomberos y más.

Sin embargo, desde las entrañas del pueblo se movió el espíritu de los dirigentes sociales que decidieron tomar la posta de los antiguos habitantes de Santa Olga, quienes en los `60 comenzaron a dar vida a la localidad, que fue atrayendo población a partir de la industria forestal presente en la zona.

Nosotros apostamos por quedarnos aquí y hacer nuestra vida aquí. Nos secamos las lágrimas, nos sacamos las cenizas y dijimos `hay que volver a empezar`”, afirma Mónica Sepúlveda, dirigente de la junta de vecinos, una de las cuatro que existen actualmente.

En el proceso de “volver a empezar” se trazaron las líneas del Parque Libro Abierto Santa Olga, este recién estrenado lugar en el cerro que marca el inicio de un sendero, un mini anfiteatro, un área de juegos, un sector de picnic, un memorial histórico y un nuevo bosque.

Daniela Saieg, jefa del Programa Bosque Abierto de la empresa ARAUCO, con entusiasmo cuenta que el proceso de crear y conceptualizar este parque desde 2020 -justo cuando se flexibilizaban las medidas de pandemia- hasta la actualidad, fue un trabajo en que se realizó codo a codo con los habitantes de Santa Olga.

“Iniciamos un trabajo con las cuatro juntas de vecinos bajo el alero del programa Bosque Abierto con la intención de plantar especies nativas de la zona, crear este Parque Libro Abierto y que a futuro conforme un bosque”, relata.

Y sobre esa misma idea, considera que “llegamos a un resultado muy claro al hacer consenso de lo que se quería. Y, además, creo que no es menor que haya muchas mujeres involucradas en esto”.

Mónica Sepúlveda y Mónica Panchilla son dos de la dirigentes vecinales que estuvieron involucradas en todo el proceso. La primera asegura que la presencia femenina en cargos de este tipo se debe “a la capacidad de las mujeres para escuchar y que somos muy respetadas”.

Mónica Panchilla, por su lado, rememora que “en una reunión comenzamos a soñar: qué podíamos hacer en este cerro que está  junto a nosotros. Y ARAUCO lo plasmó muy bien”.

Ambas remarcan que los cinco tótems instalados en el parque, que relatan la historia de Santa Olga son fundamentales en la creación de este nuevo espacio.

Queríamos contar qué sucedió en Santa Olga, que haya testimonio” dice Panchilla, quien vive en el recién creado sector Renacer, la zona donde quedaron ubicados quienes no tenían regularizadas sus viviendas antes del incendio.

Su “colega” dirigente social Mónica Sepúlveda -que lidera la junta de vecinos Santa Olga- llegó a vivir aquí junto a su padre, trabajador forestal, en la década del 60. Hizo familia aquí y tras el incendio tuvo la convicción firme de “sacar adelante el pueblo y quedarnos en este lugar que vino a hacerse conocido por este incendio y del que antes no se sabía. Pero buscamos crear este Santa Olga 2.0 y que sea conocido de nuevo”, afirma sonriendo.

Daniela Saieg destaca que dar vida al espacio “fue un proceso bonito, muy humano y, lo más importante, en cada fase tuvo presencia activa la comunidad”.

Por supuesto, además de todo lo antes nombrado, las especies nativas jugarán un papel preponderante. Hoy el sitio luce 15 mil plantas de quillay, maitén y peumo, entre otros.

Tanto Daniela Saieg como “las dos Mónicas” coinciden en algo: quieren que Santa Olga, más allá de ser parte de la comuna de Constitución sea desde esta reconstrucción total la puerta de entrada al Maule Costero.

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