El monitoreo a las águilas moteadas comenzó antes del conflicto, con el fin de identificar áreas importantes para su conservación.
Antes del inicio de la guerra en Ucrania, un equipo de científicos inició una investigación sobre el águila moteada (Clanga clanga). La especie es consideraba vulnerable, amenazada por el cambio climático, la sequía y la destrucción de su hábitat debido a cambios en los usos del suelo.
La guerra en Ucrania comenzó el 24 de febrero de 2022, afectando no solo a los ciudadanos y la infraestructura del país, sino también a la fauna local. La investigación publicada reveló el impacto en las águilas moteadas. Gracias a que unos investigadores colocaron dispositivos de rastreo en las águilas para identificar áreas importantes para su conservación.
El 3 de marzo de 2022, diez días después del inicio del conflicto, la primera de las 21 águilas marcadas cruzó hacia Ucrania durante su migración habitual. “Nos sorprendió seguir a estas aves mientras migraban a través de una zona de conflicto activo”, afirmó Russell, miembro del equipo. Sin buscarlo, el panorama les permitió documentar cómo una guerra puede afectar a estas rapaces.
Compararon los datos migratorios de años anteriores con los de 2022, durante la guerra. Descubrieron que las águilas evitaban los sitios de escala habituales, esenciales para descansar y alimentarse. Además, se desviaban de sus rutas tradicionales, recorriendo en promedio 85 kilómetros más de lo habitual.
El tiempo de viaje aumentó significativamente. Las hembras tardaron 246 horas en llegar a sus destinos de reproducción, comparado con 193 horas en tiempos de paz. Los machos tardaron 181 horas, frente a las 125 horas de años anteriores.
Además, menos aves hicieron escala en Ucrania antes de regresar a sus áreas de reproducción. Solo el 30 % (seis de 19) en 2022, comparado con el 90 % (18 de 20) entre 2018 y 2021. Importantes sitios de parada, como la Polesia ucraniana, no fueron utilizados por ninguna ave en 2022.