Dr Cristóbal Campos Olmedo. Endocrinólogo Adulto Clínica MET. Hospital Regional de Talca y Hospital base de Linares
Eternos se me hicieron los dos días de espera para mi consulta en la clínica con el especialista en tiroides. Desde que mi madre me detectó un bulto en el cuello no he parado de llorar. Espero que no sea la palabra que me aterra.
Al llegar a aquel lugar elegante y acogedor se me pasa la mitad de mi angustia, y cuando el médico me saludó por mi nombre la confianza en sus palabras terminó de disipar mis pesares.
Cómo endocrinólogo veo mensualmente cientos de personas con sus esperanzas y angustias por sus patologías. La tiroides es un órgano pequeño, pero al mismo tiempo tan complejo que incluso para muchos colegas es de difícil comprensión, es por ello que desde los casos clínicos simples a los complejos la opinión experta es valorada.
Las enfermedades del tiroides se pueden dividir en las funcionales y las estructurales. Dentro de las funcionales el hipotiroidismo es la más frecuente, en donde lo esencial es que hay escasa cantidad de hormona tiroidea, habitualmente en mujeres, teniendo una prevalencia de hasta el 4% de la población. Habitualmente somos cautos en su evaluación ya que es una enfermedad crónica y con la toma de un fármaco de por vida. El hipotiroidismo tiene tantas aristas que ha requerido libros enteros para su completo estudio. La otra enfermedad funcional es lo opuesto, el hipertiroidismo, muy llamativa en su clínica con rápidas bajas de peso, cansancio extremo, palpitaciones y temblor y en ocasiones podemos ver exoftalmo (salida de los ojos de su cuenca), es mucho menos frecuente con una prevalencia del 0.4% igual para hombres y mujeres. Su tratamiento es complejo, también con varias aristas.
Por último, la patología estructural se refiere a los nódulos del tiroides al cual hace alusión el caso clínico expuesto. Lo más importante es siempre recordar que estamos tratando con personas y no exámenes, con todas las angustias y sentimientos de indefensión que un tumor puede provocar. Por fortuna el 95% de los nódulos que evaluamos son benignos que van aumento en frecuencia a lo largo de la vida. El cáncer de tiroides habitualmente su mayor prevalencia es a mediana edad, pero tenemos pacientes tan jóvenes como bajo los 15 años, donde nos debemos una contención tanto para el paciente como para sus padres, siendo un pilar la entrega oportuna de la información. Si bien el cáncer de tiroides tiene un bajísimo riesgo de muerte, se podría observar una recidiva (que vuelva a crecer el cáncer), cuyo riesgo se puede clasificar con la biopsia operatoria. Es por ello que un cáncer de tiroides debe ser controlado el resto de su vida.
Para la evaluación y manejo de los nódulos del tiroides la tecnología ha tenido un boom en los últimos 20 años logrando confirmar nódulos buenos (benignos) con técnicas de análisis genético, como procedimientos que logran eliminar los nódulos benignos sin tener que extraer la tiroides.
Si bien existe desde hace mas de 40 años la Levotiroxina (hormona tiroidea sintética), el no tener tiroides se asocia a varios síntomas que los pacientes relatan que antes no tenían. Se describe falta de concentración, fatiga, frío intenso entre otros, a pesar de que los exámenes de sangre estén excelentes. Se piensa que esto puede ocurrir porque un órgano entero probablemente no pueda cubrir todas sus funciones con un sólo fármaco.
Finalmente, mi función como endocrinólogo es entregar mis conocimientos a beneficio de nuestros pacientes para sacarlos adelante en las distintas caras de este tipo de enfermedades.