Artículo de opinión por Paulo Hidalgo, Profesor de Políticas Públicas y Ciencias Políticas Universidad de Talca.
Puede sonar contraintuitivo o reñido con los duros datos de la realidad chilena. Sin duda, tenemos un largo pendiente en variados campos ( delincuencia, seguridad, educación , salud, pensiones)pero somos ,con todo, una mejor sociedad que hace 30 o más años atrás. Ya no somos una sociedad tan elitista donde solo unos pocos llegaban a las universidades; ya no dominaen el mundo social un abigarrado mayoritario sector de campesinos que vivían grandes penuriasy no eran para nada parte de la `mesa del poder’. Tuvo que pasar mucho tiempo; en el gobierno de Frei Montalva (1964) cuando se lleva a cabo una reforma agraria que gradualmente los incorpora a la ciudadanía. Las clases medias de profesionales y universitarios era una isla que afincados en el estado tenía empleos dignos y gozaban de interesantes beneficios sociales. A pesar de todohoy somos una democracia de más amplia base con una gradual y a veces pasmosa ampliación de derechos individuales y colectivos; la matrícula universitaria se ha ampliado vertiginosamente y más bien lo que está en el tapete es la ´crisis de los certificados’ cuando una masiva cantidad de jóvenes buscan afanosamente un empleo y se requiere continuar estudios, para competir en mejor pie en el mercado, cada vez más exigente. Es decir, no hay ‘un arca perdida’ o Chile del pasado que ‘fue mejor’ de lo que vivimos hoy en día.
Uno de los campos que es interesante explorar es el de las tecnologías de las comunicaciones. Hoy en Chile existen más teléfonos celulares que habitantes que nos conectan al instante con quienes nos parezca. Asunto que, por cierto, ha hecho aún más compleja la educación en todos los niveles. Hoy los profesores deben lidiar con esos pequeños aparatos-celulares- que desvían la atención de una gran mayoría de jóvenes que ´tienen el mundo en su mano’. Como me comentóalguna vez un amigo, si no lo sabes, ‘ pregúntale a Google!! O investiga allí lo que se te ocurra. Qué decir de la famosa inteligencia artificial del ChatGPT que te elabora ensayos o respuestas a los más variados temas, aunque advierte que está algo desactualizada (2021). En otros términos, estas tecnologías son una verdadera revolución en la educación y en el conocer. Nunca antes , en verdad, habíamos estado tan informados de todo, aunque de fuentes a menudo poco seguras.
Es la avalancha de la hiperinformación con amplias y variadas plataformas. Sin embargo, no todo puede ser ‘color de rosa’. Los famosos ‘algoritmos’ nos replican nuestros gustos, predilecciones, temas, inclinaciones estéticas, fuentes particulares de noticias de las políticas a la farandula!. Ello ha llevado a la verdadera constitución de ‘tribus informáticas’ donde uno se encuentra con las personas que hablan tú mismo lenguaje y tienen ,más o menos, las mismas inclinaciones que cada un@ de nosotros en esos espacios virtuales.
Lo señalado ha llevado rápidamente a un generalizado clima de ‘cancelación’: quien no está de acuerdo conmigo o señala una opinión divergente es simplemente excluido de la tribu o denostado duramente. De esta manera, se ha configurado un mapa de personas que piensan muy similar en un amplio sentido y que ‘no conversan’ con otr@s que no son de la tribu. Es más, se somete a la ‘cancelación’ o exclusión sumaria de alguien que se atreva a disentir, algunas veces con atendibles argumentos y otras con lenguajes agresivos y descalificadores de cierto calibre. La cancelación también de pronto se ha extendido a personas de las más variadas esferas que solo por plantear un argumento o plantear disensos es enviada al ‘ostracismo’. Para ello basta una palabra negativa de la tribu o personas ligadas o un ‘denuesto’ a veces muy duro para dejarl@ fuera. Me declaro modestamente en contra de esta tendencia que clausura el diálogo, no permite el debate y abona el terreno para la arbitrariedad y un juicio sumario arbitrario y al final autoritario de puras tincadas y primeras impresiones. No, así no se dialoga en democracia y se deben cuidar las palabras y volver a la máxima de argumentar, escuchar, discutir en buena lid, evitar la pura y simple cancelación del otr@.