Jueves, Marzo 28, 2024
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La desigualdad de la cobertura mediática en el mundo musical y de espectáculo

En un mundo artístico sumamente competitivo y más globalizado, el reconocimiento está sujeto a distintos factores, y uno de esos es el poder mediático, que si bien ha perdido protagonismo, aún tiene las facultades para mostrarle al público cuáles son las propuestas del momento.
Artículo de opinión por Felipe Chamorro, practicante de periodismo en Diario El Centro y estudiante de la Universidad Finis Terrae.

Imagen referencial

La música va evolucionando, o mutando, usted puede decidir cuál es el verbo adecuado para referirse a aquello. Lo cierto es que los cambios que ha sufrido a lo largo del tiempo se perciben inevitablemente, sin embargo, las propuestas y personas que deciden aventurarse en este mundo se dejan ver a diario, pero como toda área competitiva, no todos tienen las mismas oportunidades.

Históricamente, los medios de comunicación siempre han tenido una gran influencia en la difusión musical. Al menos en el mundo occidental, la radio, la televisión e incluso el diario, se han encargado de mostrarle al mundo la existencia de artistas y géneros musicales, ya que tienen el sólido poder de llegar a muchos colectivos a la vez.

Ahora, es cierto que en los últimos años, se le ha dado protagonismo a las plataformas de streaming y a las redes sociales, pues es innegable que estas han logrado muchísimos usuarios y consumidores, al extremo de que la generación Z simplemente no tienen la radio como opción, ni siquiera secundaria (tal como explica el medio australiano The Conversation)

Esto significa que los músicos, productoras y sellos discográficos tienen mucha más libertad, si no completa, para promocionar el producto a través de estas plataformas y llegar a un número exquisito de reproducciones sin depender de los medios de comunicación convencionales. Hay nuevas oportunidades para presentarse con una audiencia a través del internet y la distribución digital, por lo mismo, el espacio se ha expandido notablemente.

La limitación es escasa ahora. La difusión se ha transformado en un pulpo, pues existen tentáculos, y cada uno tiene distintas maneras de darse a conocer. En uno están los medios tradicionales, en otros están los múltiples caminos para lanzar propuestas artísticas.

Los medios aún sirven de imán

Los medios aún pueden decidir qué artistas o bandas, según su línea editorial y el interés colectivo de la audiencia, son los mejores para cubrir. Esto tiene muchas explicaciones, pero la principal se puede explicar, simplemente, por lo que “más pega”, ya que eso significa una rápida proliferación de las métricas.

Con esto como antecedente, se puede entender por qué la cobertura musical en los medios más “comunes” (canales de televisión y diarios), responden a lo que la gente quiere escuchar, ver o leer, excluyendo a la radio por supuesto, la cual tiende a tener su público objetivo musical claro desde el primer minuto.

Pero esto no es nada nuevo, la vara mediática siempre ha buscado el principal interés musical del momento, ya que se necesita una respuesta positiva, y es casi un deber moral atender lo que un público quiere. En aquello no hay nada negativo, es más, es algo necesario para la huella de una época en específico, pero todo debe tener su límite.

Dejados de lado, o simplemente ignorados

Poniendo de lado al streaming y las redes, uno de los principales problemas radica en que esta atención mediática, excesiva si se quiere, golpea de frente a los lados musicales que necesitan más manos que los artistas y los respectivos hitazos del momento, los cuales ya no necesitan ninguna ayuda en particular, porque la “pega” está hecha. Ya existe un espacio, un lugar, y eso se puede seguir reforzando gracias a sus alimentadas redes sociales y estrategias de comunicación.

Ahora bien, no se trata de lanzar una crítica hacia el lado más exitoso en Chile en la actualidad, el género urbano, por ejemplo, el cual ha cosechado una gigantesca escena y ha consolidado en la tarima a jóvenes de distintas ciudades, incluso internacionalmente. 

No hay que olvidar que aquella área musical del país también tuvo que moverse incesantemente para empezar a recibir atención mediática, debido a que hubo un momento en que todo esto se centraba en el género urbano proveniente de zonas caribeñas. Es cosa de mirar en retrospectiva.

Lo fundamental en esta problemática es apuntar a que el espacio y el papel periodístico está desequilibrado, sobre todo en aquellos medios donde se puede llegar a un público total de seis cifras.

Pongamos el ejemplo de Alejandro Atenas, un artista y compositor talquino que ha intentado emerger desde el 2016, pero por una difusión limitada, ha tenido que ir dando saltos esporádicos debido a que simplemente, no existe una ganancia profunda que le pueda permitir vivir del arte y su voz, por ejemplo. Y claro que se puede pensar que esto puede tener como motivo la calidad de su música, la cual puede ser buena o mala dependiendo del oído aficionado o experto, o también, malas estrategia de financiamiento, pero lo que es un hecho es que el espacio que le han brindado es escaso.

Un mundo competitivo

La convicción de que la música debe tener una mayor igualdad de difusión puede ser utópica, pues la saturación de compositores también es algo que no se puede ignorar.

La industria musical aparenta tener una competencia desmedida y casi todos aquellos que deciden buscar su talento por esos caminos, buscan ganarse la atención del público. Con tantas propuestas disponibles, se puede tornar muy complicado destacar y captar la atención.

Por otra parte, la falta de financiamiento, el apoyo de una discográfica o promoción fuerte, puede terminar sepultando los sueños de un artista, pero lo importante es que, los medios de comunicación, desde sus tribunas, siempre pueden emparejar más la cancha; siempre pueden considerar a los menos escuchados; siempre se puede parar de promocionar a los más escuchados. El periodismo sí puede ayudar a que los trozos de la torta sean de tamaños más parecidos.

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