Viernes, Marzo 29, 2024
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CLAVES PARA RECUPERAR LA UNIVERSIDAD CON MAYÚSCULAS

Artículo por el Prof. Dr. David Vallespín Pérez, Catedrático de Derecho Procesal Universitat de Barcelona.

El pasado y presente de la Universidad condicionan su futuro, pero no lo determinan. De hecho, ya es hora de “recuperar la Universidad con mayúsculas”. Una recuperación que exigirá combinar el pragmatismo propio de la gestión diaria de la institución con la proyección de los sueños e ilusiones de la comunidad universitaria hacia su transformación.

Una Universidad que debiera responder a un modelo de institución pública, con proyección internacional, presencial (lo que no es incompatible con un uso racional de las metodologías docentes activas, los campus virtuales e, incluso, sistemas de inteligencia artificial), de calidad docente (enseñando competencias y habilidades, pero, por encima de todo, los conocimientos esenciales de cada disciplina), intensiva en investigación, transferencia e innovación, abierta a la transformación digital (siempre que no sirva, como ya acontece, para complicar la burocracia del día a día), y comprometida con los objetivos de desarrollo sostenible, igualitaria, social e integradora.

Una Universidad que debe recuperar sus tradicionales señas de identidad, en cuanto institución crítica y reivindicativa ante contextos injustos, garante de la pluralidad, la tolerancia y la democracia y, por supuesto, alejada de la injerencia política. Leal a nivel institucional, pero con autonomía efectiva e implicada en la definición e implementación de un nuevo contrato social. Centrada en las personas y que no debiera responder a los rígidos parámetros de un modelo gerencial o empresarial, pero tampoco obviar la clara dependencia recíproca entre el mundo académico y el tejido productivo.

Una Universidad que sea capaz de enfrentar el relevo generacional del profesorado (con las dosis adecuadas de políticas de género), así como no “marearle” con la dictadura instaurada por no pocas agencias de calidad mediante el juego perverso de unos supuestos índices de impacto o calidad de sus publicaciones e investigaciones. Dispuesta a diseñar y aplicar un auténtico plan de formación de su personal de administración y servicios, orientado a dar respuesta satisfactoria a las nuevas exigencias de soporte técnico de la docencia, la investigación y la innovación, así como a enfrentar los retos de su internacionalización.

Desde la perspectiva del alumnado, auténtica razón de ser del cumplimiento de las misiones universitarias, convendría prestar atención a la correcta comprensión del acceso a la educación superior como un derecho (no es un privilegio); así como también a cuál sea su satisfacción, en cuanto señal inequívoca de la calidad de la docencia recibida, pero en el bien entendido que ello no debiera interpretarse nunca como sinónimo de aminoración de la exigencia y el rigor, ya sea formativo o evaluativo.

En pleno siglo XXI, necesitamos más y mejor Universidad. Las claves de su recuperación, con mayúsculas, obligarán a combinar lo que de bueno pueda traernos la modernidad, pero sin perder de vista, en paralelo, las esencias de una tradición de la que la Universidad, con sus luces y sombras, bien puede y debe sentirse satisfecha.

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