Diego Palomo es columnista de El Centro, abogado, Doctor en Derecho Procesal y académico de la Universidad de Talca. En este artículo, el experto plantea que la Academia debe preocuparse de acortar la brecha que existe entre los estudios que esta realiza y el impacto que genera en la realidad social cotidiana. Especialmente en su área de interés.
Hace poco se ha publicado el listado de proyectos que han sido seleccionados en el Programa Anid Fondecyt Regular. Pues bien, esta comunicación de resultados obliga a recordar a la Academia la necesidad de abandonar los impenetrables muros de la Universidad y ampliar la promoción y difusión de los resultados de su investigación financiada con recursos públicos al público en general y como no, al público externo respectivo, por ejemplo, actores de la Justicia, actores relevantes de la política judicial, etc.
Conformarse con responder a la lógica de publicar solo en revistas indexadas y en los quartiles más altos (porque sirve para promocionarse o jerarquizarse, o para cobrar asignaciones), donde el producto no “baja” ni impacta en la comunidad puede condenar la investigación a seguir en la “nube” y a lo socialmente inútil.
Lo anterior entronca directamente con la necesidad de terminar con una inexplicable e injustificada separación entre el trabajo teórico y práctico, especialmente en Derecho.
Con brillantez lo ha explicado Andrés de la Oliva: “Lo que quiero y debo decir, sin ambages, es que esa dialéctica es profundamente errónea y perturbadora del trabajo jurídico. Si bien se mira, no se conocen seres humanos con práctica que no responda a alguna teoría, aunque se conozcan se seres humanos muy idóneos para pensar (y dedicados fructíferamente a ello) y poco hábiles en la aplicación de los conocimientos
Teóricos. Pero, en cuanto al derecho, para ser muy práctico y enemigo de la teoría hay que convertirse en un “mono con pantalones”, por utilizar la gráfica expresión de C. S. Lewis.
Sólo los monos (y otros animales parecidos) pueden estar sumamente bien adiestrados y alcanzar algunas habilidades prácticas repetidas sin ninguna teoría subyacente.
En consecuencia, no quiero reprochar por acá ni sermonear. Bien están los paper en revistas de alto quartil, investigaciones, publicaciones e informes escritos “en difícil” que estén incluso en la moda teórica y metodológica del momento, si eso hace bien a ciertos colegas. Pero no basta si se quiere impactar a los operadores del sistema con mayor éxito.
Tenemos el desafío de hacer uso de todas las plataformas que ofrece internet (blogs, IG, Twitter,Tik Tok, etcétera), escribir en la prensa, traspasando los densos muros de la Academia. Si es que nos interesa de verdad la transferencia del conocimiento y aportar valor social. Soy un convencido que estamos obligados a divulgar al máximo nuestras investigaciones e incrementar el impacto de nuestras publicaciones financiadas con impuestos de la ciudadanía.
