Viernes, Noviembre 22, 2024
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Fake News ¿Atentado a la democracia?

Diego Urbina es licenciado en comunicación social y estudiante de periodismo de la Universidad de Concepción. Actualmente ejerce su práctica profesional en El Centro y fue allí donde, en su rol como comunicador, analizó cómo las noticias falsas -conocidas como fake news en inglés- son una táctica que afectan el pleno ejercicio de la democracia.

En los últimos años Chile ha sido testigo de múltiples instancias de ejercicio democrático. Oportunidades para la ciudadanía de ejercer un voto que represente su opinión sobre materias relevantes para el futuro de la nación.

Como consecuencia del descontento de la población con la forma en que funciona (o mejor dicho, no funciona el país), el estallido social de octubre de 2019 exigió a la clase política chilena asumir la responsabilidad de impulsar transformaciones. Así, representando parte del sentir de la gente, surgió la respuesta para intentar calmar las revueltas: Un acuerdo transversal para la confección de una nueva constitución para Chile. 

Esa intención del espectro político chileno, de izquierda a derecha en el parlamento, suscitó una serie de reacciones de aquellos grupos que no querían, ni quieren un cambio. Así comenzó una respuesta mediática agresiva, para lograr llevar la opinión pública hacia su pensamiento, y tener incidencia en los procesos de representación ciudadana que estaban por venir.

Pero campañas comunicacionales, en los medios y redes sociales, es algo que todos hacen. Cada elección vemos como se inundan las pantallas de propaganda. Sin embargo, en los últimos cinco años el fenómeno de las fake news (noticias falsas) se ha expandido a una velocidad alarmante. Y si antes los artículos con información deshonesta se producían como una broma por parte de los clásicos trolls de Internet, actualmente la realidad es mucho más compleja de lo que parece. 

La más reciente instancia de participación ciudadana en Chile, fue el plebiscito constitucional de este año. Medios internacionales como Deutsche Welle (DW) de Alemania y BBC News del Reino Unido reportaron el impresionante aumento en noticias falsas sobre el contenido de la propuesta de nueva constitución. Medios de comunicación nacionales también.

Entre las informaciones con más tráfico en la red durante la campaña de la votación de septiembre, se encontraban mentiras como que la nueva carta magna eliminaría la bandera chilena, que los abortos serían libres para todos y hasta los nueve meses de embarazo o que llegaría el fin de Carabineros de Chile; los fondos de pensiones serían inheredables y que los mapuches que cometieran delitos no podrían ser enjuiciados.

El Servicio Electoral también fue blanco de acusaciones de intervencionismo, que incluyen testimonios falsos que fueron presentados como verdaderos durante la campaña televisiva de la opción rechazo. La respuesta de la autoridad fue crear un espacio en su sitio web dedicado exclusivamente a desmentir las fake news relacionadas al Servel.

Desde hace un tiempo existen los fact checkers, grupos dedicados a comprobar la veracidad de los datos en posibles noticias falsas. Medios chilenos como Mala Espina Check o Fast Check CL fueron creados, hace un par de años, para combatir la desinformación, fenómeno que hoy se presenta como una herramienta a servicio del poder y una amenaza concreta a la democracia. Solo entre 2018 a 2021, en latinoamérica aumentaron de siete a 46 las plataformas activas de verificadores en la Web, en vista de la enorme necesidad de enfrentar esta problemática.

Pero ¿por qué las fake news atentan contra la democracia? Por la sencilla razón de que al atacar las instituciones y manejar la opinión pública con desinformación, se está interviniendo en los procesos democráticos. Entre tanta información, ¿cómo esperamos que la población sepa reconocer (sin ayuda) lo falso de lo verdadero? ¿Cómo esperamos que el voto sea representativo de la opinión de un ciudadano, si se formó en base a mentiras?

Les pongo un ejemplo. Fernando Cerimedo es argentino, experto en marketing digital y dueño de más de treinta medios ligados a la ultraderecha. Trabajó en su país con políticos que comparten su ideología, como Ricardo López Murphy y Javier Milei. También participó en la campaña de 2018 del actual Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. 

Esta persona ha reconocido públicamente tener “granjas de trolls”, que básicamente son miles de cuentas falsas creadas por su empresa Numen Publicidad y Sondeos, además del uso de inteligencia artificial o bots, dedicados a difundir fake news sobre los opositores de sus clientes. 

En una conversación con el medio de comunicación Perfil de Buenos Aires, explicó de qué forma logró que parte de la comunidad gay de Brasil diera su voto a Bolsonaro. Lo hizo difundiendo por Whatsapp cadenas de mensajes falsos generados por bots y trolls, que simulaban ser homosexuales expresando su apoyo al candidato ultraconservador. 

Las conductas descritas por su propio autor son la prueba irrefutable de la instrumentalización de las fake news para interferir en procesos democráticos. Sin embargo, ¿qué relación podría tener esto con Chile? 

Fernando Cerimedo tuvo un rol central en la campaña del Rechazo en nuestro país, donde utilizó toda la experiencia que tiene como amo de las noticias falsas, en ayudar a conseguir un resultado favorable para la extrema derecha gracias a sus estrategias. Ejemplos como este hay muchos. 

Es por esto que creo firmemente que las fake news, como herramienta para intervenir en los procesos democráticos de las naciones, son una amenaza que debe ser combatida desde todos los sectores. Periodistas, autoridades políticas, pero sobre todo la ciudadanía, debemos ser conscientes que los más perjudicados seremos nosotros. Nuestro derecho fundamental al voto está siendo atacado por aquellos que atentan contra la democracia utilizando artimañas.

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